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EMPIEZA LA PUJA POR LICENCIAS PARA CULTIVAR MARIHUANA EN COLOMBIA

Un verdadero día de locura vivió California el pasado 3 de enero cuando comenzó la venta legal de marihuana con fines recreativos. Aunque desde 1996 es legal para fines medicinales, largas filas y masiva afluencia de consumidores a las tiendas distribuidoras generaron euforia en el mercado.

Expertos como Arcview y la analista de mercado BDS Analytics aseguran que para 2021 este negocio venderá 40.000 millones de dólares y empleará a más de 100.000 personas. Todo dentro de la legalidad.

El interés que despierta este producto no se limita al mercado estadounidense. En Colombia comenzó hace tres años la fiebre por los negocios de la marihuana medicinal, luego de que el gobierno y el Legislativo decidieron crear un marco jurídico estable que hoy reconocen los empresarios. Según la consultora estadounidense Ackrell Capital, esta industria podría mover en el país 1.500 millones de dólares en 2025.

Para el 10 de enero pasado, 21 empresas con capitales nacionales y extranjeros ya contaban con licencias para cultivar y transformar el cannabis medicinal. Todas ellas ya han surtido rigurosos trámites, entre ellos, presentar sus proyectos de desarrollo que incluyen terrenos para los cultivos, equipos industriales y laboratorios de investigación.

Estas iniciativas anticipan el despunte de promisorios negocios en el país. Además, estas compañías se han comprometido a apoyar pequeños cultivadores y agricultores en zonas de conflicto que participarán ahora desde la legalidad. En otras palabras, el negocio de la marihuana medicinal podría ser el nuevo polo de desarrollo en el país.

El negocio en Colombia cuenta con una legislación bastante sofisticada, reconocen los inversionistas. Por un lado, permite únicamente manejar el producto transformado, es decir, sueros, aceites, resinas o subproductos a partir del cáñamo. Todo bajo el control de los ministerios de Justicia, Salud y la Dirección Nacional de Estupefacientes, encargados de otorgar las licencias para participar en este negocio. También intervienen otras entidades como el ICA y el Invima.

Para los inversionistas, además de la estabilidad jurídica, otros factores juegan a favor de Colombia como centro de los negocios de cannabis medicinal. Por un lado, están las condiciones de luminosidad y régimen de clima, que favorecen el cultivo y la floración durante todo el año. Este tema es clave porque los aceites resultan del procesamiento de las flores –no de las hojas– de la planta, que tardan cerca de tres meses para aparecer desde el momento de la siembra. A esto se suman las favorables condiciones del suelo, en varias regiones del país, que facilitan el cultivo de distintas variedades de semillas, entre ellas, algunas autóctonas, muy apreciadas en el exterior.

Otro poderoso argumento son los menores costos de producción, lo que mejora la rentabilidad esperada por los inversionistas. Mientras producir un gramo de cannabinol –el aceite extraído– cuesta 3 dólares en Canadá y 1,75 dólares en Colorado, Estados Unidos, en Colombia apenas cuesta 35 centavos de dólar.

Dicen que el que pega primero, pega dos veces. Y así lo anticiparon seis empresas que en junio de 2016 obtuvieron las primeras licencias para cultivar y transformar cannabis en el país: Cannalivio, Pideka, Ecomedics y Econabis, de inversionistas nacionales, así como Cannavida y PharmaCielo, de capital canadiense. Un año después, cuando entró en vigencia la Ley 1787 impulsada por el senador Juan Manuel Galán, obtuvieron licencias Med Colombia, Cannabis Medical Group, Medcann Colombia, Colombian Organics, Canmecol y Khiron Colombia.

En Cannavida el plan de inversión contempla 20 millones de dólares para compra de terrenos, instalaciones y producción para el mercado nacional y extranjero. La creó el año pasado el canadiense Ron Marzel, un abogado que hace varios años impulsa el tema de la marihuana medicinal junto con asociaciones internacionales que han visto su importancia terapéutica.

Gonzalo Araújo, vocero de la compañía, explica que después de viajar por el país en busca de las condiciones agronómicas ideales, Marzel adquirió un terreno de 17,5 hectáreas en Barichara, Santander, que ya tiene licencia de construcción y está pendiente de la autorización de la Corporación Autónoma de Santander para hacer un pozo profundo de agua.

Allí construirán este semestre las instalaciones para las máquinas extractoras, el área de empacado y sellamiento así como las oficinas. Comenzarán a cultivar el segundo semestre con el acompañamiento del ICA, entidad encargada de certificar la semilla. En 2019 se iniciará la extracción de aceites, un proceso que creará alrededor de 60 empleos entre operarios del cultivo, ingenieros químicos, farmacológicos, agrónomos y personal administrativo.

PharmaCielo, por su parte, tiene planes muy ambiciosos. Cuenta con cerca de 600 inversionistas, entre canadienses, estadounidenses y colombianos, y en diciembre pasado completaron la primera siembra en Rionegro, Antioquia, luego de obtener las licencias y permisos para 35 hectáreas. La compañía también tendrá cultivos en Corinto, Cauca, en alianza con Caucannavis, una cooperativa de cultivadores de ese departamento.

Esa empresa decidió plantar cepas colombianas y tendrá lista su primera cosecha a mediados de este año, asegura Patricio Stocker, su presidente. En una primera etapa ejecutarán inversiones por unos 22 millones de dólares, pero después tienen la meta de contar con 1.000 hectáreas con cultivadores bajo contrato, en una operación que requiere inversiones por 100 millones de dólares.

Medcann, una compañía de capital colombiano, desarrollará sus cultivos en el municipio de Fuente de Oro, Meta, y producirá para los mercados nacional e internacional a finales de este año o comienzos de 2019. La empresa invertirá 22 millones de dólares y generará unos 200 empleos, dice su vicepresidente, Felipe Harker, quien destaca que el proyecto incluye un centro de propagación y desarrollo genético además de la planta de procesamiento, laboratorios y su centro de investigación y desarrollo agronómico con un concepto sostenible.

El componente médico y farmacéutico atrajo a la canadiense Khiron Life Sciences, quien creó Khiron Colombia y ya llegó a un acuerdo con la Asociación Colombiana de Neurología para trabajar en investigación y desarrollo conjunto a partir de este año. Voceros de la compañía aseguraron que tienen el objetivo de atender en el país a 5 millones de pacientes con problemas como epilepsia, esclerosis múltiple, dolor neuropático y náuseas ocasionadas por la quimioterapia, entre otras dolencias. Para el mediano plazo, la casa matriz le apunta a llegar a 68 millones de pacientes en América Latina que se podrían beneficiar de la prescripción de cannabis medicinal, aseguran sus voceros.

Durante 2018, Khiron Colombia invertirá cerca de 6 millones de dólares adicionales a las inversiones que ya realizó en 2017. Sus cultivos están ubicados en el departamento del Tolima, en una zona tradicionalmente agrícola con ventajas bioclimáticas óptimas para el crecimiento adecuado de las plantas.

La empresa busca desarrollar las industrias locales “aportando experiencia científica, acceso a mercados de capitales y credibilidad médica de primer nivel a médicos y pacientes”, dicen sus voceros. Por eso, en su junta cuenta con el químico y financiero canadiense Sidney Himmel, con amplia experiencia en temas de mercado de capitales y biotecnología.

Aunque las grandes farmacéuticas internacionales han estado ausentes en esta primera etapa, se estima que se incorporarán en una segunda cuando haya una industria de materias primas fuerte que permita el desarrollo de medicamentos.

Para el gobierno, el desarrollo científico y de investigación, la transferencia de mejores prácticas agrícolas, así como la inclusión de pequeños y medianos agricultores, principalmente de zonas afectadas por el conflicto, resultan temas claves.

Pese a las perspectivas favorables de esta naciente industria, las empresas de capital extranjero se han encontrado con una barrera: las trabas del sector financiero para gestionar recursos para esta industria naciente. Aunque el negocio es legal y está regulado, los bancos han dificultado el ingreso de los recursos provenientes de los inversionistas de Canadá y Estados Unidos, lo que ha provocado más de un traspié a las empresas que operan localmente.

Las proyecciones con las que arrancan las empresas de cannabis medicinal en Colombia ofrecen buenos augurios para el desarrollo de esta industria. Una apuesta auspiciosa, pero sobre todo legal.
(tomado de la revista Semana).