No es ni hombre ni mujer. una juez le acaba de clasificar en cuanto al género como no binaria fue sargento del Ejército estadounidense, tiene esposa y una hija, esta es su historia.
“Me han devuelto la vida. no soy un hombre ni soy una mujer”. Fue lo que dijo Jamie Shupe después de que una jueza de Oregon, Estados Unidos, decidió que podía evitar la designación de género masculino o femenino. Se trata, ni más ni menos, de la primera persona en ese país que ha conseguido una clasificación de género no binaria.
Para Hayley Gorenberg, subdirectora jurídica de Lambda Legal, una organización de Nueva York por los derechos LGTB, “las clasificaciones clásicas de género no encajan en todas las personas”, por lo que la decisión en torno a Shupe es considerada como un logro significativo porque ayuda a los ciudadanos a “existir sin etiquetas que no los describen con exactitud”.
Shupe fue sargento del Ejército y tenía asignado desde su nacimiento el género masculino, aunque se le etiquetó como mujer en los documentos de que certificaban su salida del Ejército. Prefiere, en inglés, que le digan el pronombre "they" (sin atribución de género, al contrario que “he” o “She”). Creció en el sur de Maryland, en una familia con ocho hijos.
Recuerda sentir marginación, que le regañaran por actuar como una “nenaza” y sin ningún rol de género, con dificultades para expresar sentimientos de un desequilibrio de género. A los 49 años, cuando se había retirado del Ejército, casado con una mujer y una hija, Shupe empezó a derrumbarse.
“Sentía que estaba a punto de saltar por los aires (…) como si me hubieran atrapado”. Con el apoyo de su esposa Sandy, se mudó a una recóndita cabaña en el bosque y empezó a tomar hormonas. “Asumí que era una mujer transgénero. Mi pensamiento era: bueno, no soy un hombre”, explica.
Para Sandy, su esposa, la transición fue difícil en algunos momentos. “Es la persona con la que he pasado la mayor parte de mi vida adulta. Tenemos una hija en común. Siempre he querido que estemos juntos hasta el final. Es lo que sigo pensando. Cuando amas a alguien, quieres que esté en paz consigo”, dice.
Después, Shupe se dio cuenta de que la clasificación femenina tampoco le hacía sentir bien. “Ninguna cantidad de hormonas me hará parecer una mujer”, expresa mientras se quita un pañuelo para revelar su cabeza calva.
No tiene intención de operarse. “Ahora, ¿le digo de repente a mi mujer que soy lo mismo que ella? No me parecía que tuviese sentido. No tenía el complejo conocimiento que tengo ahora de que puedo ser otras cosas”. Quería otra opción, una tercera clasificación, y encontró un aliado en el abogado de Portland Lake Perriguey.
“Conocía lo suficiente la ley para saber que no hay exclusión, no es una legislación complicada”, cuenta Perriguey. “Son dos líneas. La gente cambia de nombre. El proceso para cambiar tu identidad sexual es el mismo que para cambiar de nombre”. Perriguey confiesa que al principio no fue consciente de la importancia histórica del caso: “Al no ser una persona con experiencia transgénero, no me di cuenta de cómo se podía restringir el límite legal a tu identidad de género”.
Shupe entendió que hay más personas con luchas similares y sintió la obligación de llevar su caso a los tribunales, preparándose para una lucha interminable. Sin embargo, su petición fue aceptada con rapidez. La jueza Amy Holmes, del condado de Multnomah, aprobó su solicitud la semana pasada. “El sexo de Jamie Shupe queda modificado de femenino a no binario. La notificación de este cambio legal se publicará en un lugar público, tal y como requiere la ley".
La factura del proceso legal le costó a Shupe 1.056 dólares. Ahora, a sus 52 años, dice que el cambio “me da un lugar en el que existir”.