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RIFIRRAFE EN EL CENTRO DEMOCRÁTICO CREA FISURAS EN SU INTERIOR

En la historia política de Colombia es difícil hallar un caso tan exitoso como el del Centro Democrático. En menos de una década pasó de ser una ilusión del expresidente Álvaro Uribe Vélez a una realidad que puso en la Casa de Nariño a uno de sus jóvenes militantes, Iván Duque Márquez.

En efecto, en 2013, Uribe convocó a un puñado de sus seguidores más fieles y a algunos disidentes del Partido Conservador y lo fundó como una opción de centro, aunque muchos de sus contradictores lo definen de extrema derecha. En 2014 se constituyó oficialmente como partido político al arrollar y obtener 20 curules en el Senado y 19 representantes a la Cámara.

Desde entonces inició sus tareas con dos características. En el fondo, una implacable y diaria oposición al gobierno de Juan Manuel Santos; y en la forma, una cohesión de hierro. Un gesto de Uribe era replicado al unísono por todas sus huestes.

Ahora al mando del Ejecutivo, el CD empieza a mostrar unas fisuras que si bien eran poco visibles quedaron en evidencia este viernes con la entrevista de la senadora María Fernanda Cabal concedida a EL TIEMPO.

La congresista hizo pública la inconformidad que corre en algunos sectores del CD por los recientes cambios hechos en el gabinete por Duque. “Yo lamento que el Presidente hubiera escogido el gabinete que escogió porque yo sé que él lo hizo de la mejor buena fe, queriendo poner técnicos y no políticos, pero olvidándose de una premisa fundamental: uno no puede gobernar sin política”, aseguró.

A la pregunta de si ella habría hecho algo diferente, respondió: “Hubiera nombrado el gabinete mucho más afín al partido, a la coalición del partido y a nuestros electores”. Ahí fue Troya. El senador Ernesto Macías reaccionó argumentando que el Presidente “está gobernando sin ‘mermelada’ ni clientelismo, pero a personas radicales y sectarias como la senadora Cabal, no le gusta y a eso le llama ingenuidad”.

En esta misma línea se ubicó el senador Ciro Ramírez: “Gobernar no es de ingenuidad, gobernar es cumplir con los colombianos y eso es lo que está haciendo el Presidente”, le dijo el congresista a EL TIEMPO en abierta contravía a las afirmaciones de su colega de corporación.

Pero ¿cómo se llegó a esta situación? Las grietas en el CD han sido causadas por tres factores. Uno, por la insatisfacción de varios de sus miembros con la gestión de Duque; dos, por el posicionamiento de cara a una futura carrera presidencial; y tres, el factor Uribe.

En el primer caso, es claro que a varios pesos pesados de la colectividad no les gusta cómo ha sido el desempeño de Duque. “El Presidente está conversando y no gobernando”, clamó el exministro del Interior Fernando Londoño, en sus micrófonos del espacio La hora de la verdad, un medio con una clara línea uribista, a finales de 2019.

Londoño respondió así a las acciones del Presidente para atenuar las movilizaciones sociales que a diario copaban las calles de las ciudades. En su alegato llegó incluso a mencionar que Duque debería pedir “una licencia transitoria”.

Para este sector del uribismo, en el que se ubican figuras como la senadora Cabal, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, y al excandidato Óscar Iván Zuluaga, Duque debería haber actuado con más mano dura en lugar de responder a un paro con lo que llama la Conversación Nacional. Duque dejó en claro que tomaba distancia de Londoño al anunciar que no les iba a contestar a quienes “se alimentan de su propio odio”.

En paralelo, varias de las figuras del CD empezaban a sacar la cabeza para mostrar su interés en ser los sucesores de Duque, quien por norma constitucional solo tendrá este periodo. Aunque el mandatario solo lleva 17 meses en el cargo, los tiempos vuelan y ya el próximo año la campaña electoral estará en marcha.

En este grupo se han dejado ver tímidamente María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, Rafael Nieto e incluso Cabal, quien le dijo a EL TIEMPO que si la gente se lo pide ella sería candidata. Y para nadie es un secreto que es un sueño que también alimentan el embajador en Washington, Francisco Santos Calderón, y el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo.

Y el tercer punto es posiblemente el más importante, el factor Uribe. Se trata del político más exitoso e influyente en las dos últimas décadas en el país. Gracias a él, el CD tuvo un crecimiento de vértigo convirtiéndose en una fuerza decisiva en el Congreso y alcanzando la Presidencia de la República. Ahora la situación ha cambiado.

La imagen negativa del expresidente, especialmente entre los más jóvenes, supera en todo el país a la positiva. Y personalmente, él ha ido dejando caer con cuentagotas que si bien seguirá batallando por sus ideas no volverá a aspirar a un cargo público. Varios allegados consultados por EL TIEMPO confirman que a Uribe cada vez le gusta más estar con sus nietos.

Finalmente, hay un hecho del que poco se ha hablado, pero que también gravita en el ambiente. Algunos de los miembros del equipo de Duque en el gabinete tienen un perfil técnico y no están asociados a corrientes políticas ni a partidos en particular. Este hecho hace que su referente político más próximo sea el mandatario, y no del ideario del CD.

Se trata de varias figuras jóvenes que están despuntando en los cargos públicos y que no es claro si seguirán la senda del uribismo o si se identificarán con otras corrientes políticas.

Lo cierto del caso es que estos factores están empezando a dejar ver que hasta en el CD, un partido que actuaba como un sólido bloque, se delinean varias fisuras

Se trata de varias figuras jóvenes que están despuntando en los cargos públicos y que no es claro si seguirán la senda del uribismo o si se identificarán con otras corrientes políticas.

Lo cierto del caso es que estos factores están empezando a dejar ver que hasta en el CD, un partido que actuaba como un sólido bloque, se delinean varias fisuras.

(Tomado de El Tiempo)