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FARMACIAS URUGUAYAS EXPENDERÁN LA MARIHUANA MEDICINAL


Con la puesta en marcha de la venta de marihuana en Uruguay, después de años de espera, ese país se consolida como el paraíso para los progresistas del continente.

Oficialmente, Uruguay registró 60 clubes de membresía de marihuana en funcionamiento y 6.876 cultivadores formalizados.

Si usted quiere consumir marihuana legalmente en Uruguay, a partir de hoy puede ir a pedirla a la farmacia. Imagínese la droguería de la esquina de su casa, donde compra acetaminofén. Gracias a la legislación promovida por José Mujica, en 2013, ahora 16 farmacias uruguayas tienen marihuana a la venta.

Eso sí, para acceder a los paquetes de 5 o 10 gramos usted debe hacer primero una de estas dos cosas: registrarse como cultivador o inscribirse en un club supervisado por el Estado, cuya membresía vale 100 euros mensuales. Para arrancar el piloto, 4.771 personas se registraron, quienes además tienen la tranquilidad de que la marihuana que van a adquirir es directamente producida por el Estado, lo que, en teoría, pone un sello de calidad.

“Yo estoy convencido del consejo de Einstein: ‘Cuando tú quieres cambiar las cosas y vuelves a hacer lo mismo, no cambia nada’. Entonces hace tantos años que reprimimos y perseguimos y cada vez estamos peor, que empezamos a pensar otras alternativas. Y por eso uso la palabra experimentar”, le respondió Mujica al diario BBC Mundo, cuando el periodista le preguntó si creía que la legalización es el mejor camino para luchar contra el narcotráfico. También hizo un llamado a la prudencia. “Esto apenas es un experimento”, aseguró. “Para nada es lo que algunos creen: una piedra libre para que la gente salga a consumir drogas o marihuana a tambor batiente”, agregó. En efecto, la ley que permitió la venta de cannabis para uso recreativo incluye más de 100 artículos. No es así como así.

De hecho, Uruguay no es un país al que, por definición, le guste en masa la marihuana. Empecemos por decir que solo viven allí 3,4 millones de personas y únicamente 16.000 afirman que la consumen una vez al año. Lo que sí es Uruguay es un país diferente del resto de América Latina. Ha tomado decisiones importantes antes que cualquier otro país del continente.

Fueron los uruguayos los primeros en aprobar el voto para las mujeres, en 1927. Una ley aprobada en 2002 reguló la prostitución y les dio a las trabajadoras sexuales garantías impensables en otros lugares del mundo, a la fecha. La lista no termina: después de ocho años de apostarle por la energía solar, sigue por el mismo camino. Uruguay es el país más opcionado a convertirse en la primera nación sostenible del planeta. Tanto el derecho al aborto para las mujeres como el matrimonio homosexual son permitidos por la ley.

Y es que a Uruguay le fue relativamente bien en el proceso de conquista y colonización, si comparamos con lo que se vivió en el resto de Latinoamérica.

Tal como escribió Sylvia Colombia para The New York Times, es probable que de ahí venga su pensamiento progresista. Los conquistadores llamaron a Uruguay “tierra de nadie” y la Iglesia católica se interesó muy poco en ese territorio. Dice Colombia que, mientras el resto de nosotros llamamos Semana Santa a esos días festivos del año, en Uruguay los llaman “Semana del Turismo”.

“Los uruguayos tuvieron la fortuna de formar su identidad en ese relativo vacío. Y también la de contar con un puerto que, a pesar de ser más pequeño que el de la poderosa Buenos Aires, les ofrecía el contacto con inmigrantes e ideas de varias partes del mundo”, escribe Colombia.

Sin embargo, a pesar del pensamiento progresista, a Mujica y su gabinete no les tocó fácil. Tabaré Vásquez, el nuevo mandatario del país, se ha mostrado siempre crítico de la legalización y los analistas encontraron esta como una de las razones fundamentales para que la ley tardara tanto en entrar en funcionamiento. Asimismo, las farmacéuticas manifestaron su rechazo, al considerar que “experimentar” —la palabra favorita de Mujica— con la población no es correcto.

Además, estaban preocupadas por su seguridad. Este segundo punto se resolvió con instalación de un botón de pánico  que está conectado con la línea de emergencias de la Policía.

La mayoría de los registrados para este experimento tiene entre 30 y 40 años. Todos son mayores de edad y, de hecho, ya son adultos.

Así, Uruguay es, de nuevo, el primero del continente. Ahora, frente a la legalización de la marihuana. En palabras de Mujica: “A pesar de tener casi 79 años, uno tiene corazoncito y tiene capacidad de soñar. Si fuéramos capaces de descubrir algunos elementos que ayuden y que otras sociedades los tomen, los enriquezcan, les estamos haciendo un aporte. Y esa intención, en el fondo de nuestro corazón, también la tenemos”
(Tomado del Espectador)

EN EE.UU. VIVE LA PRIMERA PERSONA RECONOCIDA SIN GENERO LEGAL

No es ni hombre ni mujer. una juez le acaba de clasificar en cuanto al género como no binaria fue sargento del Ejército estadounidense, tiene esposa y una hija, esta es su historia.

“Me han devuelto la vida. no soy un hombre ni soy una mujer”. Fue lo que dijo Jamie Shupe después de que una jueza de Oregon, Estados Unidos, decidió que podía evitar la designación de género masculino o femenino. Se trata, ni más ni menos, de la primera persona en ese país que ha conseguido una clasificación de género no binaria.

Para Hayley Gorenberg, subdirectora jurídica de Lambda Legal, una organización de Nueva York por los derechos LGTB, “las clasificaciones clásicas de género no encajan en todas las personas”, por lo que la decisión en torno a Shupe es considerada como un logro significativo porque ayuda a los ciudadanos a “existir sin etiquetas que no los describen con exactitud”.

Shupe fue sargento del Ejército y tenía asignado desde su nacimiento el género masculino, aunque se le etiquetó como mujer en los documentos de que certificaban su salida del Ejército. Prefiere, en inglés, que le digan el pronombre "they" (sin atribución de género, al contrario que “he” o “She”). Creció en el sur de Maryland, en una familia con ocho hijos.

Recuerda sentir marginación, que le regañaran por actuar como una “nenaza” y sin ningún rol de género, con dificultades para expresar sentimientos de un desequilibrio de género. A los 49 años, cuando se había retirado del Ejército, casado con una mujer y una hija, Shupe  empezó a derrumbarse.

“Sentía que estaba a punto de saltar por los aires (…) como si me hubieran atrapado”. Con el apoyo de su esposa Sandy, se mudó a una recóndita cabaña en el bosque y empezó a tomar hormonas. “Asumí que era una mujer transgénero. Mi pensamiento era: bueno, no soy un hombre”, explica.

Para Sandy, su esposa, la transición fue difícil en algunos momentos. “Es la persona con la que he pasado la mayor parte de mi vida adulta. Tenemos una hija en común. Siempre he querido que estemos juntos hasta el final. Es lo que sigo pensando. Cuando amas a alguien, quieres que esté en paz consigo”, dice.

Después, Shupe se dio cuenta de que la clasificación femenina tampoco le hacía sentir bien. “Ninguna cantidad de hormonas me hará parecer una mujer”, expresa mientras se quita un pañuelo para revelar su cabeza calva.

No tiene intención de operarse. “Ahora, ¿le digo de repente a mi mujer que soy lo mismo que ella? No me parecía que tuviese sentido. No tenía el complejo conocimiento que tengo ahora de que puedo ser otras cosas”. Quería otra opción, una tercera clasificación, y encontró un aliado en el abogado de Portland Lake Perriguey.

“Conocía lo suficiente la ley para saber que no hay exclusión, no es una legislación complicada”, cuenta Perriguey. “Son dos líneas. La gente cambia de nombre. El proceso para cambiar tu identidad sexual es el mismo que para cambiar de nombre”. Perriguey confiesa que al principio no fue consciente de la importancia histórica del caso: “Al no ser una persona con experiencia transgénero, no me di cuenta de cómo se podía restringir el límite legal a tu identidad de género”.

Shupe entendió que hay más personas con luchas similares y sintió la obligación de llevar su caso a los tribunales, preparándose para una lucha interminable. Sin embargo, su petición fue aceptada con rapidez. La jueza Amy Holmes, del condado de Multnomah, aprobó su solicitud la semana pasada. “El sexo de Jamie Shupe queda modificado de femenino a no binario. La notificación de este cambio legal se publicará en un lugar público, tal y como requiere la ley".

La factura del proceso legal le costó a Shupe 1.056 dólares. Ahora, a sus 52 años, dice que el cambio “me da un lugar en el que existir”.